Como ya os hemos explicado en nuestro post Esto es lo primero que debes saber sobre los residuos, hay distintos tipos de residuos en función de cuanto tardan en desaparecer, es decir, su tiempo de descomposición. Pero hay tres de ellos en concreto que comparten un desastroso récord. Si quieres averiguar cuales son, sigue leyendo…
Los residuos biodegradables son aquellos desechos que se pueden descomponer. Lo hacen por medio de la acción de microorganismos, a través de un sistema natural aeróbico. Los puedes identificar fácilmente. El truco es pensar en su origen, respondiendo a la pregunta: ¿Han tenido vida? Algunos ejemplos son: la comida, la madera, la celulosa, etc.
Por el contrario, los residuos no biodegradables son todos aquellos que no se descomponen con facilidad y que, normalmente, provienen de procesos industriales creados por el ser humano. Son materiales como, por ejemplo, el plástico o el cristal. También productos como envases, bolígrafos, platos, etc.
La descomposición de los residuos no biodegradables es mucho más lenta que la de los biodegradables. Y en lo que a los no biodegradables se refiere, los tiempos de descomposición son muy variados. Pero…
¿Sabes cuáles son los tres tipos de residuos que producimos regularmente en nuestro hogar que baten el récord absoluto en tiempo de descomposición?
La medalla de bronce es para… ¡EL PLÁSTICO! Se trata de uno de los materiales que más utilizamos en nuestro día a día. Pero desgraciadamente, también es uno de los materiales que más tarda en descomponerse. La mayoría de los plásticos derivan del petróleo, combustible fósil con un muy alto riesgo de contaminación.
Dependiendo del tipo de plástico del que se trate, tardará un tiempo u otro en descomponerse. Los tiempos de descomposición pueden variar entre los 100 y los 1.000 años. Este tiempo puede variar también en función del tamaño del residuo y de las características del entorno en el que se encuentra. Es decir, no tarda lo mismo en descomponerse un envase grande y enterrado, que uno pequeño que esté en contacto con el aire o en el agua. Una botella de plástico enterrada puede durar miles de años sin llegar a degradarse.
- Las bolsas de plástico fabricadas con polietileno de baja densidad pueden tardar unos 500 años es descomponerse.
- Las botellas de plástico, que suelen estar fabricadas principalmente con PET (Tereftalato de polietileno), suelen tardar en descomponerse una media de 450 años.
- Las pajitas de plástico, utensilios tan aparentemente simples, tienen un tiempo de descomposición que alcanza los 1.000 años.
- Un juguete de plástico puede rondar los 300 años en descomponerse.
- Los corchos de plástico o los envases del yogur, hechos de polipropileno, pueden tardar más de 100 años en descomponerse.
La medalla de plata es para… ¡LAS PILAS! Tienen un tiempo de descomposición que puede variar entre los 500 y los 1000 años, según su tipología. Aunque este no es su mayor riesgo.
«La degradación de las pilas puede afectar a nuestra salud»
Las pilas están compuestas de mercurio, zinc, cromo, arsénico, plomo y cadmio, todos ellos materiales extremadamente contaminantes para el planeta, y que son liberados cuando la capa protectora de la pila se deteriora. El mercurio es el metal más nocivo de todos. Al entrar en contacto con el agua, se produce metil-mercurio, compuesto que se concentra en la cadena alimentaria produciendo graves desórdenes del sistema nervioso en los seres vivos.
Una pila común puede llegar a contaminar 3.000 litros de agua. Una de óxido de plata, 14.000 litros. Una de zinc-aire, 12.000 litros. Y una pila de mercurio puede contaminar 600.000 litros de agua.
Las pilas son una fuente de contaminación demasiado importante como para ignorarla. Los efectos que producen sobre el medio ambiente, y más directamente sobre nuestra salud, hacen prioritario que sea responsabilidad de cada uno de nosotros actuar para minimizar y, si fuera posible, eliminar sus efectos nocivos gestionando correctamente este residuo.
El material más longevo y que se lleva la medalla de oro en este ranking es… ¡EL VIDRIO! Las botellas de vidrio pueden ser testigos de excepción del paso del tiempo. Son, en cualquiera de sus formatos, objetos muy resistentes. A pesar de ser objetos frágiles (una simple caída los puede romper), para los componentes naturales del suelo, transformarlos es una tarea titánica. El vidrio es un material formado por arena y carbonatos de sodio y de calcio.
La buena noticia es que se trata de un material 100% reciclable. Y no solo eso. Sabemos que fundir y fabricar una botella de vidrio a partir de otra consume un 30% menos de energía que fabricar una botella de vidrio nueva.
Para estos tres tipos de residuos, la conclusión está clara:
La mejor forma de deshacerse de ellos es, sin duda alguna…
¡¡¡ RECICLAR !!!
Es importante tomar conciencia de los productos con los que convivimos y los residuos que generamos en nuestro día a día. La clave está en reducir al máximo el consumo de este tipo de productos y sobre todo, gestionar correctamente los residuos generados. Afortunadamente, en la actualidad existen alternativas de reciclaje y gestión eficiente al alcance de todos.
Pero recuerda, el mejor residuo es el que no existe.Haz click para twittear¡Hagámoslo junt@s!
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