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Entender el efecto invernadero

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Cuando hablamos del «efecto invernadero» nos viene a la cabeza que es algo negativo, algo que provoca que nuestro planeta se caliente en exceso. Pero esto no es del todo cierto. Gracias a este fenómeno atmosférico tenemos un correcto mantenimiento de la temperatura apta para la vida en el planeta. Aquí te explicamos por qué.

Y si no tienes mucho tiempo, puedes visualizar aquí las claves para entenderlo.

La temperatura atmosférica depende fundamentalmente de tres factores:

  1. Los rayos solares que llegan a la atmósfera terrestre.
  2. La Tierra, que emite su propia radiación térmica. Nuestro planeta y el Sol forman las dos principales fuentes de calor.
  3. Los gases de efecto invernadero. Son los gases existentes en la atmósfera de manera natural. Se encargan de crear una barrera de protección que filtra tanto la radiación térmica de entrada como la de salida. En condiciones de equilibrio suponen un 0,07% de la atmósfera. Estos gases son el metano, el dióxido de carbono, el óxido de nitrógeno, el ozono y el vapor de agua.

Gases naturales que componen la atmósfera terrestre.

Los rayos solares llegan a la atmósfera terrestre. Parte de ellos se ve reflejada por ella y son devueltos al espacio. Pero una pequeña parte consigue atravesarla y llegar hasta la superficie terrestre, donde se repite el proceso. Parte de los rayos son devueltos hacia la atmósfera y el resto, penetra la superficie terrestre provocando su calentamiento.

Ocurre lo mismo con la radiación térmica que emite la Tierra. Hay una fracción del calor que atraviesa la atmósfera y otra que es retenida por ella.

Los gases encargados de filtrar la radiación, como ya hemos explicado, son los denominados «gases de efecto invernadero». Su principal función es por tanto, en un sistema natural y equilibrado, la de conservar una temperatura adecuada para el desarrollo de la vida en el planeta.

Gracias  a este efecto, conocido como EFECTO INVERNADERO,  la temperatura media de la atmósfera se mantiene en torno a los 15ºC de media.

Esto es lo que supondría un efecto invernadero equilibrado. Una adecuada concentración de gases de gases de efecto invernadero provocan una temperatura media de la atmósfera apta para el desarrollo de la vida

Este es un fenómeno atmosférico natural y necesario, pero… ¿Cuál es el problema entonces?

El problema reside en aquellas actividades humanas que provocan elevadas emisiones de gases potenciadores del efecto invernadero. Estos gases se quedan retenidos en la atmósfera formando una robusta capa que no permite que todo el calor emitido desde la tierra que tenga que salir al exterior, lo haga.

Esto es lo que supondría un efecto invernadero desequilibrado, es decir, con demasiada concentración de gases que impiden la adecuada filtración de la radiación térmica.

Como consecuencia, el exceso de emisiones de gases de efecto invernadero provoca un desequilibrio en la filtración de la radiación térmica, generando así el conocido “calentamiento global”. Con una atmósfera limpia y equilibrada esto no pasaría.

¿Donde está el origen de este desequilibrio?

El principal punto de inflexión está en la Revolución Industrial, a mediados del siglo XIX. En este periodo, el uso descontrolado de combustibles fósiles, el crecimiento de la actividad industrial así como el desarrollo de la industria ganadera y del sector del transporte provocan severos incrementos en las cantidades de gases potenciadores del efecto invernadero. Y desde entonces hasta ahora, las emisiones de gases de efecto invernadero no han hecho sino crecer descontroladamente cada año.

¿Cuáles son los gases que contribuyen al efecto invernadero?

No todos los gases que forman la atmósfera terrestre contribuyen al «efecto Invernadero». Los principales gases derivados de la actividad humana que lo originan son:

  • Dióxido de Carbono (CO2)
  • Metano (CH4)
  • Óxido de Nitrógeno (NOx)
  • Ozono (O3)
  • Clorofluorocarbonos (CFC)

De ellos, el principal responsable del calentamiento global es el dióxido de carbono. Es generado fundamentalmente por la combustión de combustible fósil. Desde la Revolución Industrial, la concentración atmosférica de CO2 ha aumentado en torno a un 43%.

El CO2 no es el gas más peligroso en cuanto a su poder generador de efecto invernadero, pero sí se trata del gas más abundante. Es ahí donde reside su mayor amenaza. Pero en los últimos años, científicos de todo el mundo están alertando sobre el peligro de los gases fluorados (gases-F) y también del metano.

Los gases-F son gases artificiales. Esto quiere decir que son gases creados por el ser humano. No están de manera natural en la atmósfera. Fueron creados como sustitutos directos de los Clorofluorocarbonos (CFC), prohibidos en el Protocolo de Montreal como medida de protección de la capa de ozono. Su uso no está todavía regulado, pero suponen una importante amenaza en cuanto a su potencial impacto en el desequilibrio atmosférico.

Los gases-F son artificiales y su uso no está regulado todavía.

Respecto al metano, se trata de un gas de efecto invernadero 20 veces más potente y peligroso que el CO2. Es por ello que su control y vigilancia deben ser constantes.

¿Cuáles son las principales fuentes de emisión de gases de efecto invernadero?

Respecto al CO2, sus mayores niveles de emisión vienen derivados de la producción de energía en forma de electricidad y calor. Tanto a través de la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo…), como por el desarrollo de la actividad industrial y el transporte. Al incrementar sus niveles de emisión, también se contribuye a la destrucción de los sumideros de CO2 (depósitos naturales que absorben el carbono de la atmósfera y ayudan a equilibrar los niveles de CO2). Los principales sumideros son los bosques y los arrecifes coralinos. Desgraciadamente, la actividad humana no está contribuyendo al cuidado y protección de estos espacios. Más bien, todo lo contrario.

Si hablamos del metano, sabemos que el 60% de sus emisiones de todo el mundo tiene origen en actividades humanas. Principalmente en la producción de energía a través de la extracción de gas y en el desarrollo del sector ganadero.

En conclusión, las actividades humanas que mayormente contribuyen al desequilibrio de la capa de ozono son:

  1. Combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas natural y gas licuado del petróleo).
  2. Residuos derivados de la ganadería.
  3. Deforestación.
  4. Pérdida de la salud de los océanos.

Como consecuencia de todo lo explicado anteriormente, el bienestar de nuestro planeta puede verse terriblemente afectado por desequilibrios en la capa de ozono. Estas alteraciones generarían un aumento de la temperatura, lo que conllevaría a cambios drásticos en nuestro ecosistema. Dichos cambios afectarían, no solo al clima, sino también harían peligrar la seguridad alimentaria. Las condiciones de vida del planeta se verían seriamente afectadas.

Los efectos de estas alteraciones comienzan a observarse ya con una tendencia al alza de las temperaturas. Este incremento de la temperatura media anual debe hacer saltar las alarmas, y no solo de la ciudadanía, sino, y sobre todo, de los poderes políticos y económicos.

«La única respuesta es que si no cambiamos nuestro estilo de vida, si no dejamos de depender de la energía fósil, del petróleo, nuestra sociedad va a colapsar. No hay recursos infinitos. Ahora están buscando petróleo en más lugares y piensan que esto es algo positivo. Pero de cara al cambio climático, esto solo incrementará el efecto invernadero. » – Jane Goodall

No debemos dejar que nuestra visión cortoplacista de la vida en el planeta nos haga invidentes de nuestra realidad. El futuro, sino será nuestro, será de nuestr@s hij@s y niet@s. Seamos conscientes de que no podemos hacer un uso indiscriminado y descontrolado de los recursos. Sé consecuente, AHORRA energía, HAZ un consumo responsable y EDUCA y COMPARTE con tu entorno. COLABORA y CREA conciencia.

 

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